Salud mental materna en primera persona

Los asuntos de salud mental nunca me fueron ajenos. Cosas de familia, un par de suicidios cercanos durante la adolescencia, la vida propia. También desde que tengo memoria, hablar de estos temas no era algo que sucediera en ningún ámbito. Estas cosas se iban viviendo y llevando. Y viviendo y llevando.

Hasta que caí en una depresión post-parto aguda después del nacimiento de mi segunda hija. ¿Qué quiere decir aguda? Que dejé de ser funcional para muchas cosas. Sin notarlo, pasaba horas inmóvil sólo fantaseando con la idea del suicidio, teniendo clarísimo que matarme no era ni un deseo ni una opción. Sintiendo al cerebro totalmente fuera de control.

Cuidaba a mis dos hijas en “modo automático”: no les faltó nada, pero la madre comprensiva, motivadora, que propone estímulos constantemente que fui con mi primera hija, parecía que hubiese sido otra persona. La persona creativa que tenía el cuarto a punto con cosas apropiadas, la ropa actual y futura por estaciones bajo control y que tenía tiempo para escribir en un blog se había esfumado.

Con el marido teníamos el trato que él tenía mil horas dedicadas y yo achicaba para amamantar y hacer un poco de nido. A la basura todo, se nos cayó la casa encima. No fui capaz de mantener los espacios ni limpios ni ordenados, y mucho menos lindos. En un momento hasta me dio la chiripiorca y vacié el living de muebles. Aún me arrepiento de varias decisiones con respecto a los muebles.

Ni les hablo de lo que era yo. La depresión se traduce en el desdén total por el cuerpo de uno mismo. Bañarte es una odisea, tratarte bien, un milagro. Cuando todo se me fue de las manos llegué a tener bien arraigada y aceptada la práctica de lastimarme físicamente.

O sea, cuando quebrás el punto de no funcionar en las cosas básicas de la vida, ya se nota todo. Es innegable que hay un problema. La depresión es bien distinta de la tristeza. La anhedonia gobierna tu vida y de repente te hayás no disfrutando tus cosas favoritas. Nadie elije esto.

Tengo mil teorías de por qué la depresión post parto si se atiende. Es el momento irremplazable de la lactancia, es el mundo de los cuidados en puerperio, el rol que si se le reconoce a la mujer y que, de no cumplir adecuadamente, hay que solucionar. Esa no funcionalidad no se escode fácilmente. Pero no tengo certezas.

Así que, con todo esto a la vista, empecé el suplicio en el sistema de salud para recibir atención acorde. Esto es todo un capítulo con el que no quiero aburrir ahora. Pero llegué a ir a una consulta con psiquiatra hecha pelota, diciendo explícitamente “por favor necesito controlar la idea de matarme porque no quiero pero no puedo dejar de pensar en esto y no me quiero morir” para que me mandaran a mi casa menos de 10 minutos más tarde con pastillas de varios colores.

Con el apoyo incondicional de marido y una red espectacular de sostén amoroso que me salvó mil veces, y gracias a que cuento con eso, pude insistir en una batalla con el sistema de salud que no debería ser tal. La salud mental es mi derecho.

Después de 2 años de trillar por todos lados, seguir tratamientos variopintos y pasar por distintas etapas, finalmente logré que mi mutualista entendiera que había un problema. Mi historia clínica era bien clara en que había algo que no había empezado en mi segundo embarazo, con 37 años. Había una historia de indicadores que fueron catalogados durante toda mi vida como “boludeces”, “falta de voluntad” o “mala actitud”.

Y así llegué a mi diagnóstico y tratamiento actuales. A los 40 años.

Lo que más sorprendió a los que me diagnosticaron, es que todavía esté viva.

¿Se dan cuenta lo que estaba en juego con la falta de acceso a la salud mental, el tabú y invisibilidad de todo el asunto? Mi vida. Y es la vida de millones que no somos “normales”, neurotípicos o  que no encajamos en las reglas sociales de este mundo las que ignoramos cada vez que pasamos por alto este tema.

Acabo de escribir esto en un empujón catártico y no lo pienso leer. Lo voy a compartir porque leer a otros me ayudó (y me ayuda) a normalizarme. Saber que hay personas exitosas con mis mismos rayes me cambió la vida y me la hizo más llevadera. Ojalá este post le sirva para algo a alguien.

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