El cuerpo de una muñeca

Desvelada, hoy arranqué el día antes que el sol. Ociosamente, pienso que a esta hora no se puede hacer nada mas que esto: leer algún capítulo de una novelita de misterio, mirar por la ventana mientras el cielo se va tiñiendo de rosado y de vez en cuando, leer algún post interesante, ver las novedades del día, ojear vagamente los feed de las redes sociales.

Cuando llego a las noticias, me encuentro con que hoy es el día en que Mattel, la famosa marca de la muñeca Barbie, saca nuevos modelos de muñeca: «curvy, petit y tall».barbie.jpg No, no me estoy haciendo la gringa. Es tan incorrecto todo, que los portales de noticias en español no se han animado aún a traducir «con curvas, chiquita y alta» como manera de describir a estos chiches.

Se nombran así, destacándolas por lo diferente, lo que no es como la «barbie normal». Y ahí va la primera cosa que me deja de boca abierta. Leo por todos lados el «que bien barbie y la diversidad», pero seguimos en el esquema la muñeca «común», «normal», y la que representa a mujeres «distintas». Pero capaz que de tanto mostrarlas solas en las fotos no se nota, o no quedan tan mal.

Después de todo, podemos leer «la curvy y la petit» sin decir ni pío. Pero les quiero ver las caras de indignados si Mattel hablara de «la negra».

Miro de nuevo la foto. Con curvas, pero sin rollos ni papada… y todo así. Hipermaquilladas, por supuesto y con ropa de diseñador. Porque ya que una no va a tener el cuerpo perfecto, mas vale hacer lo posible para que todo lo demás se vea así. Las nuevas muñecas son de la colección «fashionistas».

Lo que supondría un cambio de verdad a una mujer mas real, una mujer  como lo que hace la gente de Tree Change Dolls o algo similar, sacarle el maquillaje, que use ropa como la que usa la madre que le va a comprar la muñeca a su retoño, nada. Se mantiene firme el estándar de «mujer femenina». Porque ser mujer es usar maquillaje y que todo te pase por la ropa.

No, no me parece re copado el cambio de Barbie, no me gusta la careta. No me cierra explicarle a mi hija que aceptar la diversidad pasa por identificar a las personas (muñecas) por las diferencias con una imagen de perfección que se mantiene y con la que no estoy de acuerdo.

Y sigo investigando y me quiero morir. Porque resulta que estas muñecas se venden solo online porque hay que negociar que esto entre en las jugueterías y las curvy imaginate que ocupan mas espacio, y se venden de a dos porque regalarle a alguien  (aunque Mattel habla solo de niñas, claro) una muñeca regordeta puede ser visto como un insulto. Y dejo de leer cosas porque se me ponen los pelos de punta.

Porque al final parece como si se hubiesen olvidado por completo qué hace un niño o niña con una muñeca, lo que significa en el universo de una persona que quiere representar a alguien amado a través de ella (otros o si mismo).

Pero claro, no le voy a echar la culpa del estado de las cosas para las niñas y mujeres a una fábrica de muñecas y accesorios, claro que no. No se pueden borrar así nomás los años de historia que ha costado la dominación masculina y los cánones de belleza actual.

Si algún día mi hija quiere una Barbie tal o cual, por supuesto que si puedo se la daré. Pero será parte de un conjunto de juguetes, formará filas con otras muñecas o muñecos. Eso no tiene nada que ver. La educación humana de mi hija no pasa por una muñeca.

Yo quiero que mi hija entienda y aprenda que somos millones de tipo de mujeres y que ninguno está mal; y tampoco ninguno es «el que es normal y está bien». Le voy a exigir que sea mejor que los medios de prensa que identifican a las muñecas por su característica corporal. Porque mi objetivo último es que se ame como es. Y que cuando a su generación le toque fabricar las muñecas hayamos dejado atrás estos titulares y concepciones.

Y del cuerpo de Ken ni hablamos, ¿no?

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